Vivían separadas, sin embargo, las tres juntas formaban una sola noche espeluznante. Niebla, Menguante y Trueno eran amigas desde niñas y juntas habían celebrado todas sus fiestas favoritas. Se hicieron amigas porque no podía ser de otra manera, se llevaban bien porque coincidían en casi nada y porque, de todas las fiestas del año, su favorita era la noche de Todos los Santos. ¿Y qué otra fiesta podría gustarle más a tres hechiceras?
Cuentos del bombín
Un otoño que no llega hojas todavía prendidas al vuelo de la arboleda. Así los brazos de savia, repletas sus copas, tejiendo sombra imaginaria, aguardan ser lo que eran.
Airada por las esquinas
desolada, Cervantina,
agitaba en su mano la pluma.
Así no se puede escribir.
Almidón no puede dormir porque duerme en el suelo, da cien vueltas y a la ciento una sigue despierto. ”Con lo que me gusta roncar y despertar al vecino. Mañana me compro un colchón nuevo, está decidido.” Corriendo llegó a la tienda el primero. Deprisa[…]
El día en que los claveles se suicidaron corría el año nosécuántos en la ciudad de nointeresa. Aligeré el paso porque llegaba tarde; que lloviera y no tuviera paraguas era algo soportable. Al pasar por debajo del balcón lo vi. Me paré y levanté la mirada hacia las[…]
La vida de un mago no es como en los cuentos. Era la quinta vez que abría el mapa para comprobar cuánto se había perdido, porque de eso estaba seguro, en algún momento del camino se había desviado de la ruta.
Yo quiero tener un sombreroque me cuente las historias que lleva dentro. Yo quiero tener un sombrero,en el ancho de su ala tumbarme y volar lejos. Yo quiero tener un sombreropara que despunte en la noche por los senderos. Yo quiero tener un sombreroy ser[…]
Cada tarde, durante el camino del sol hacia su puesta definitiva, Gus se prepara para salir de casa. Duerme cuando los demás agitan sus frenéticas vidas y trabaja cuando las voluntades se adormecen. Es hombre de campo, sencillo, rutinario y con dosis elevadas de optimismo. Vive en la ciudad aunque ésta le trae sin cuidado.
El pasillo no tiene ni un metro de ancho, si hago presión con las manos en ambas paredes podría subir unos cuantos metros hacia el supuesto techo, pero nunca lo he intentado.
Delante de mí está la puerta. De madera, sin barniz, con una moldura en el centro que describe un rectángulo en el centro.
Limpiar la cristalería de casa cada Navidad es tan sagrado como puede serlo beber buena cerveza en Munich. La abuela lo hacía dos veces al año, una en mayo por razones de festividad del pueblo y otra en diciembre. Yo lo hago una vez.