Pensamos que la lectura es solo un acto interior, individual y silencioso pero no es así o no tiene por qué ser así. Si vencemos el terror escénico y leemos en voz alta, todas las palabras, eso que llamamos lenguaje cobra un nuevo sentido. La lectura en voz alta nos puede proporcionar momentos inolvidables, tanto si leemos para nosotros mismos como si leemos para un público adulto, juvenil o infantil.
Posts by: ChicaBombin
Almidón no puede dormir porque duerme en el suelo, da cien vueltas y a la ciento una sigue despierto. ”Con lo que me gusta roncar y despertar al vecino. Mañana me compro un colchón nuevo, está decidido.” Corriendo llegó a la tienda el primero. Deprisa[…]
Si hay que insistir el 28 de enero, se insiste, pero lo digo desde ya: las bibliotecas móviles son TODO lo que una biblioteca debe ser: Visibles: porque si algo quieres que se vea, ponlo en todo el centro. Ahí por donde todo el mundo[…]
Fui punto en multitud por donde fui nadie me detectó y así aprendí. Cuando creí colmada la tarea volví mi corazón a Casiopea. | Silvio Rodríguez Te prometí que volvería este viernes para comentarte lo que voy leyendo de “Constelaciones”, de Quim Torres. He leído[…]
El día en que los claveles se suicidaron corría el año nosécuántos en la ciudad de nointeresa. Aligeré el paso porque llegaba tarde; que lloviera y no tuviera paraguas era algo soportable. Al pasar por debajo del balcón lo vi. Me paré y levanté la mirada hacia las[…]
La vida de un mago no es como en los cuentos. Era la quinta vez que abría el mapa para comprobar cuánto se había perdido, porque de eso estaba seguro, en algún momento del camino se había desviado de la ruta.
Yo quiero tener un sombreroque me cuente las historias que lleva dentro. Yo quiero tener un sombrero,en el ancho de su ala tumbarme y volar lejos. Yo quiero tener un sombreropara que despunte en la noche por los senderos. Yo quiero tener un sombreroy ser[…]
Cada tarde, durante el camino del sol hacia su puesta definitiva, Gus se prepara para salir de casa. Duerme cuando los demás agitan sus frenéticas vidas y trabaja cuando las voluntades se adormecen. Es hombre de campo, sencillo, rutinario y con dosis elevadas de optimismo. Vive en la ciudad aunque ésta le trae sin cuidado.
El pasillo no tiene ni un metro de ancho, si hago presión con las manos en ambas paredes podría subir unos cuantos metros hacia el supuesto techo, pero nunca lo he intentado.
Delante de mí está la puerta. De madera, sin barniz, con una moldura en el centro que describe un rectángulo en el centro.
Limpiar la cristalería de casa cada Navidad es tan sagrado como puede serlo beber buena cerveza en Munich. La abuela lo hacía dos veces al año, una en mayo por razones de festividad del pueblo y otra en diciembre. Yo lo hago una vez.