Cada uno de nosotros tenemos un paisaje interior. Sólo vemos el mundo que nos rodea a través de él y, lo que vemos, lo vemos solos. Es esta soledad, y el miedo que le tenemos, el motor de nuestras dificultades. Solos en nuestro paisaje interior estamos solos.
El arte de comunicarse, Thierry Tournebise
Me dirijo al rincón donde nadie me ve, donde puedo pensar para sentirme tal y como necesito en este momento: en soledad. ¿A veces no te molesta el ruido constante de fondo?
Guardo lo necesario en la mochila, nadie sabe de mi partida y tampoco nadie espera mi llegada. El lugar al que voy es interior pero inconscientemente me preparo para salir hacia algún objetivo concreto.
Estamos rodeados de gente, de luces, de programas de televisión, de tuits que hablan a la velocidad de la luz, aparatos que suenan y notificaciones que vibran en nuestro bolsillo. Conversaciones a medias, tonos de llamadas, anuncios en nuestra bandeja de correo… el mundo no sabe o no entiende cuándo necesitamos estar solos, en silencio. Vivimos inmersos en la comunicación incesante. Paradójico, pero la era de la comunicación ha dejado sorda a mucha gente, así pues, sólo nosotros mismos podemos sentir la necesidad de parar y darnos un respiro.
Parar porque estamos tristes, parar porque estamos enfadados, parar porque necesitamos asimilar la felicidad, parar por el motivo que sea.
En nuestra edad adulta hacer esto resulta complicado, pero nos las apañamos para encontrar lugares y momentos en soledad. Pero ahora piensa cómo de difícil es para un niño buscar estos “paisajes interiores” cuando no les dejamos “estar solos” y les damos todo tipo de estímulos para no aburrirse ni medio minuto.
¿Dónde se esconden cuando están tristes?, ¿qué piensan cuando están en silencio?
Este es un cuento para todos los públicos, para los que no saben leer y para los más ancianos del lugar. Esta es una historia que te cuenta dos historias: la tuya y la del resto del mundo. La que vives en soledad y la que sientes en compañía.
Publicado por Barbara Fiore Editora, a los mandos artísticos está Jimmy Liao, estoy hablando de Esconderse en un rincón del mundo. De aquí sólo pueden salir cosas buenas. Ya familiarizados con las ilustraciones de este artista (si no lo estás, revisa las otras lecturas recomendadas en esta reseña) se puede presentir que no te dejará indiferente.
Esconderse
Un niño y una mochila amarilla. No sabemos la razón pero el chico está haciendo un corto equipaje para lo que parece un largo viaje. El gato permanece impasible, quizás porque no entiende a su pequeño dueño o quizás porque ya le ha visto partir varias veces.
Este niño con mochila amarilla se marcha porque parece enfadado, pronuncia pensamientos muy dolorosos y severos, pero así piensan los niños pequeños cuando creen que los mayores no escuchan, porque nunca entienden lo que él necesita… y de pronto, el niño desaparece para dar paso a un montón de niños y niñas «escondidos» en sus rincones. Parece que estos lugares tienen reglas muy sencillas pera estrictas.
Jimmy Liao va cambiando la perspectiva del lector: combina partes en las que leemos al niño del principio, hablando en primera persona, con partes en las que vemos que a todos los niños del mundo les pasa más o menos igual. El autor nos da a entender cómo todos estamos unidos por esa necesidad de estar solos. Soledad vs. Compañía.
Los rincones son distintos de unos niños a otros, se recrean con la imaginación aunque pueden estar basados en realidades. En algunos hay árboles, en otros animales gigantes o nubes, escaleras, grandes muros blancos con dibujos de lápices de colores, hay bosques, hay grandes teclas de piano blancas y negras, piscinas sin agua en otoño o telas de araña.
Cada rincón en el que un niño se refugia es una doble página maravillosamente ilustrada que abre puertas a otros mundos que, desde luego, nos están en este a pesar de que lo parezca.
Destaco la inmensidad, ya familiar, de los paisajes frente a la pequeñez del tamaño de una persona. Me sobrecogen ciertas ilustraciones en las que toda esa inmensidad parece muda y sorda. Sin duda son ilustraciones para reflexionar, para hacerse millones de preguntas que seguramente jamás tengan la misma respuesta (si es que tienen alguna).
¿Alguna vez escondiste algún tesoro? Llamo tesoro a cualquier objeto que fuera valioso para ti. La finalidad del escondite es que JAMAS, NADIE, encontrase nuestro secreto.
Con los sentimientos pasa lo mismo, nos conforman como personas y, sean cuales sean, nos resultan valiosos. Tanto es así que, para evitar otros nos los quiten o se rían de ellos, o intenten cambiarlos por otros, los escondemos. Y a veces los escondemos tan bien que es peligroso. Por ese motivo viene la necesidad de hablarte de este cuento.
Los sentimientos no son tan tangibles como cajas llenas de cromos, por ejemplo. No siempre se ven o no siempre se evidencian desde fuera tanto como para percatarse de que hay nudo en la garganta de un niño, niña, adulta o adulto, anciana o anciano.
Al principio te dije que vivimos en la era de la comunicación incesante y que, de tan incesante, nos deja sordos. A veces no nos damos cuenta de los sentimientos que nosotros mismos tenemos, ni de los que tienen los que están a nuestro alrededor.
¿Por qué te recomiendo la lectura de este álbum?
- Permite el diálogo con nuestros sentimientos más duros. Y esto vale para niños, para jóvenes y con adultos pasa exactamente igual. Puede ser un apoyo magnífico para familias con personas mayores que también se hayan escondido en un rincón de su mundo.
- La empatía es un primer guiño hacia la salida. No sé cómo lo hace este autor, pero siempre hay una ilustración que nos habla más de nosotros mismos que otras. Tanto es así que, a veces he llegado a asustarme… ¡Oh!, ¿Jimmy Liao ha visto mi vida por un agujerito? Siempre hay algo que habla de nuestra vida, nuestros sentimientos y ahí, en ese reflejo, sonreímos. Porque ya no nos vemos tan solos ni tan raros. La suerte de sentir que nos entienden es el primer paso para entablar ese diálogo.
- De la imaginación a nuestra realidad. ¿Por qué no creamos en casa un rincón donde sentarnos siempre que estemos pensativos, tristes, enfadados, decepcionados, aburridos…? Los niños no sólo sienten esas cosas con la familia, también con los amigos y amigas del colegio o con los profesores. Crear un «rincón», que puede ser el lugar más insospechado de la casa al que ir físicamente cuando se está así, permitirá adelantarnos a las situaciones.
Este cuento da para mucho pero yo me bajo aquí, espero que lo puedas utilizar en algún momento, que disfrutes de la lectura y que te haga soñar bonito para transmitirlo a posibles lectores en el futuro. ¡Ah! Perdona la calidad del vídeo que tienes en esta reseña, es el primero que hago y esto va de hacer muchas muchas pruebas, grabando de mala manera. Prometo mejorar en calidad interpretativa jajaja, y en calidad audiovisual. Igualmente el vídeo NO es lo importante.
Nos vemos en la página siguiente.
¿Quieres más lecturas?
- TOURNEBISE, THIERRY (1996): El arte de comunicarse, Barcelona, editorial Robinbook. 304p.
- Web oficial de Jimmy Liao.
- VOLPITTA, DONNA: Soledad. Cómo saber si su hijo le gusta estar solo o se siente solo. Nueva York: Undertood.org Link: AQUÍ