Caracol

«la felicidad no está en otro lugar sino en este lugar…
no en otra hora sino en esta hora.» | Walt Whitman

¿Alguna vez has sentido que vas más lento que los demás? Si esa pregunta te acompaña cada cierto tiempo, de forma recurrente en tus pensamientos, este cómic va a quedarse contigo y te va a mostrar un camino nuevo. Cuando solo piensas en lo que podrías llegar a ser dejas de experimentar con lo que ahora mismo eres, y aunque no lo veas, siempre hay una perspectiva nueva que se te pasa por alto. Si no me crees no te preocupes, este cómic usa pocas palabras para llegar muy lejos, para mostrarte esa vida que tienes delante y que pasa tan despacio (a veces).

Sentir que no avanzas tanto como el resto es algo más común de lo que pensamos, pero en la infancia puede llegar a ser un problema de inseguridad, de frustración o de falta de autoestima. Hay algunas cuestiones que podemos considerar ante esta circunstancia:

1. La presión de seguir el ritmo de los demás: hay veces que no dejamos que las personas avancen al ritmo que marca su propio cuerpo o mente. La velocidad, en este cómic, se convierte en una metáfora de lo que sería el éxito. Si vas más despacio te quedas atrás, no solo físicamente, sino también en otros aspectos de tu vida. Este es un sentimiento universal que despierta inseguridad, mucho más en la infancia.
2. La comparación constante: tendemos a comparar nuestro aprendizaje con el de los demás, cosa que me parece totalmente innecesaria. El camino de cada uno es diferente porque hemos de llegar a metas diferentes. Si las aspiraciones, los deseos, las habilidades y la dedicación de cada persona son distintas, ¿por qué debe ser el trayecto educativo tiene que ser para todos el mismo? 
3. El valor de la lentitud: aunque todo nos empuje hacia delante, aunque sintamos que el mundo nos impulsa a ser rápidos y eficientes, muchas veces olvidamos que tanto el crecimiento como las relaciones verdaderas toman su tiempo. Esa lentitud puede ser fundamental para desarrollar una visión más profunda y reflexiva de lo que nos rodea.
4. Aceptar la individualidad: cada persona sigue su propio camino, no hay un solo ritmo que sea correcto. Lo que nos hace únicos es nuestra capacidad individual para desarrollarnos frente al mundo. Nuestro modelo debe ser como un espejo, mirarnos a nosotros mismos para poder realizarnos en sociedad.

Caracol: Disfrutar del viaje

Caracol, de Minu Kim y publicado por editorial Juventud, es el título que se cuela hoy en nuestra estantería. Esta historia está protagonizada por un niño pequeño que quiere seguir a su hermano mayor y a sus amigos, pero hay un problema: su bicicleta no tiene pedales. ¿Qué hace eso? Pues que vaya más lento, y claro, a primera vista podríamos pensar que eso lo deja fuera de la diversión. Así se siente el pequeño ciclista de casco rojo cuando su hermano, veloz como una gacela, desaparece de su camino encima de su bicicleta a pedales. Su hermano y los amigos del barrio, más mayores que él, pueden ir donde quieran mientras que él no cuenta en esas aventuras. Sin embargo, su autor nos hace hincapié en lo contrario: a veces, ir despacio nos permite descubrir cosas que a alta velocidad pasamos por alto.

Nada más abrir Caracol te das cuenta de que estás ante una forma de narrar diferente. Sus ilustraciones en blanco y negro con detalles destacados en rojo. Estos detalles no son aleatorios, ya te darás cuenta durante la lectura. El ritmo narrativo se intensifica cuando las páginas se llenan de viñetas y se frena con escenas abarcan la doble página con lugares a vista de pájaro que nos muestran un “mundo” enorme, en comparación con el pequeño protagonista, que apenas veríamos salvo porque su casco es rojo como una cereza y llama la atención. 

En estas páginas hay emoción, una historia con ilustraciones limpias, inmensas a veces pero siempre sencillas, muy cómplice de una infancia que quiere crecer y ser aceptada como parte del juego. Aunque parezca lo contrario, hay color, hay palabras, hay formas y tamaños que nos ayudan a sentir el vértigo del movimiento de la bicicleta, y de alguna caída también…. El nivel de detalle es asombroso, los cambios de perspectiva nos llevan de una visión a ras del suelo a planos amplios que capturan la esencia de lo que significa ir más despacio. Con recursos muy simples pero con una técnica precisa el autor transmite su mensaje con claridad efectiva.

Un ritmo diferente, un regalo para los sentidos 

En un mundo donde todo va tan rápido, este libro se siente como un respiro de aire fresco. Caracol no solo habla de bicicletas y hermanos mayores, sino de algo mucho más profundo: aprender a estar presente. Para los padres, es una invitación a conectar con la infancia desde la calma y la observación. Y para los niños, es un recordatorio de que no es necesario ser el más rápido ni el que llega primero para disfrutar de lo que está a su alrededor.

El pequeño ciclista se dará cuenta de ello gracias a un ser (casi) tan pequeño y tan lento como él. Supongo que ya te imaginarás a quién se encuentra… ¿No? Tienes que leerlo, sin duda. Caracol es una historia sencilla con un mensaje muy valioso: no todos avanzamos al mismo ritmo, y eso está bien. Con su lectura nos damos cuenta de que el protagonista, aunque sea más lento que su hermano, puede ver y descubrir cosas que los demás se pierden.

Este cómic, álbum ilustrado, cuento… como prefieras llamarlo, me recuerda mucho en algunos aspectos a La ola, de Suzy Lee. En este caso, las páginas de esa gran ola nos sumergen (nunca mejor dicho) en el universo de una niña que juega y habla (de alguna manera) con el mar, descubriendo la belleza en cada movimiento del agua. Ambos álbumes destacan el valor de la lentitud, del detalle y la observación de aquello que no se pude nombrar, invitando al lector a pausar y contemplar el entorno. También en ambas historias hay un color que destaca; por supuesto, en las ilustraciones de Suzy Lee se destaca el azul.

Aunque Caracol está dirigido a niños a partir de 5 años, por aquí no estamos muy de acuerdo con las etiquetas de la edad; este cómic es una lectura que disfrutará tanto el lector adulto como los niños. Ideal para leer juntos, despacio, saboreando cada página. ¿Te atreves a bajar el ritmo y disfrutar del viaje?

Nos vemos en la página siguiente.