La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. (Howard P. Lovecraft)
Si, por fin, llega a tus manos un libro o álbum que ha sido todo un acierto no quieres soltarlo. Una lectura que se haya disfrutado hasta la saciedad es algo tan mágico que, cuando volvemos a la librería, la pregunta es inevitable: «Tenemos en casa Untítulocualquiera y no sabes cuánto le gusta al peque, ¿tienes algo que sea parecido?».
A mí me ocurre con las galletas de mantequilla. En la caja hay un buen surtido de galletas, con distintas formas, algunas llevan trocitos de chocolate, otras llevan terrones ínfimos de azúcar por encima… todas se parecen y diría que casi todas tienen un sabor parecido pero yo, siempre que meto la mano en la lata, saco la misma galleta y hasta que no me queda otra opción no pruebo otra. ¿Qué tendrá esa galleta? Es un misterio que no entenderé nunca. Lo que sí entiendo perfectamente es que esta anécdota sin importancia tiene que ver con la lectura más de lo que imaginas.
Hay que reconocerlo, la buena lectura, ESA que te hace disfrutar, la que te llena por completo, la que te devuelve tus emociones más infantiles aunque tengas cien años, ESA lectura es adictiva; y lo es de una forma tan intensa que dudas que pueda haber otra en el mundo capaz de hacerte sentir igual.
La sensación de incertidumbre que queda al terminar un libro plenamente disfrutado es una mezcla de fidelidad y miedo. Fidelidad porque adoraremos nuestro ejemplar por los siglos (o eso creemos nada más terminarlo sin saber que llegarán más lecturas). Seguramente, incluso, se vuelve a leer partes que hayan gustado especialmente, de pronto ese autor se convierte en alguien necesario y pensamos que esa lectura es única. Miedo porque, en realidad, lo que sentimos es un desamparo absoluto frente a la soledad del lector que busca lectura nueva. Incertidumbre. Necesitamos seguir enganchados, encontrar algo parecido a lo que acaba de maravillarnos pero, a la vez, dudamos seriamente de que podamos encontrarlo.
En la Literatura Infantil y Juvenil pasa exactamente lo mismo. De pronto encuentras un título que hace reír o que llama tanto la atención que sale a la palestra una y otra vez. Hay historias (ojo a lo qu voy a decir) que hasta pueden hacer que se olviden de la tele, ¡cuidado, que tengo datos reales sobre esta afirmación! Y el más difícil todavía pero no imposible, cuando compramos o sacamos de la biblioteca libros para chicas o chicos de 8-10 años y notamos que les llena, que no paran de leer, que hay algo que les está atrapando ¡Eureka!
Suele pasar: lectores que llevan meses sin que les llame la atención ningún libro, de repente se topan con el que les da de lleno y entonces todo comienza a colocarse donde debe. ¿Hay algún secreto para que siempre pase eso? Es natural que busques lecturas parecidas tras una buena experiencia. Tan humano como seguir comiendo el mismo tipo de galleta sólo porque te ha gustado la primera.
Así que cuando me preguntan ¿tienes algo parecido? Yo siempre contesto no.
Bajonazo. Lo sé. Pero tengo 3 buenos motivos (con algún matiz) para decirte que no hay nada parecido, a pesar de que te entienda perfectamente.
uno| No hay dos cuentos o dos libros iguales. Es obvio y todos lo sabemos pero no siempre queremos reconocerlo. Aquí me permito matizar: se puede buscar una temática parecida, álbumes escritos o ilustrados por un mismo autor, se pueden encontrar protagonistas con semejanzas pero poco más. Por ejemplo, si un niño le gustan los elefantes, podemos buscar todos los títulos que tengan a un elefante como protagonista o que cuenten algo sobre estos maravillosos animales. Aun así, nada garantiza que haber disfrutado hasta el deleite de Elmer (por poner un ejemplo elefantástico) tenga el mismo efecto con otro título cuyo protagonista sea otro elefante. No hay dos cuentos iguales aunque la temática sea la misma, no hay dos cuentos iguales aunque tengan las mismas firmas, porque igual no lo he dicho pero no hay dos cuentos iguales.
dos| Cada lectura es una nueva apuesta. Lo cierto es que (en el fondo) no estamos buscando un cuento parecido, ni remotamente, lo que buscamos es sentir y vivir las mismas emociones con la nueva lectura… y eso es improbable porque las emociones van, o deberían ir, por libre. El texto lo pone el escritor, las imágenes el ilustrador, la edición el editor y las emociones, las vivencias, el aprendizaje… es decir, todo lo demás, lo pone el lector. La libertad acaba imponiéndose a nuestras expectativas haciendo que, cada vez que nos pongamos delante de una lectura nueva, el juego vuelva a empezar. Cada historia es una apuesta distinta y no sabes cómo te va a salir, nadie puede asegurarte las mismas emociones frente a títulos distintos, aunque estos se parezcan. Uno puede aproximarse, dejarse aconsejar por quien tiene más experiencia en el sector o confiar en la intuición, ojo porque ésta última suele acertar.
tres| Propongamos que la incertidumbre sea buena. Por lo general rechazamos ese sentimiento de incertidumbre al elegir la próxima lectura (la nuestra y la de los peques) así pues, lo que solemos buscar en libros juveniles son colecciones. Nos sentimos seguros en ellas porque damos por hecho que, disfrutado un libro, va a ocurrir lo mismo durante los próximos 15 títulos. Es verdad, seguramente ocurra porque yo sigo comiendo de las mismas galletas hasta que se acaban en el cubilete de papel blanco. Pero te propongo un pacto; entre tú y yo. Tú, que acompañas en la lectura a tus hijos o alumnos y yo, que como galletas sin parar. Un pacto en el que la incertidumbre sea buena, en el que no saber lo que nos deparará una historia sea parte del misterio y el juego de leer. ¿Y si no gusta? Que no cunda el pánico. Por mi parte me arriesgaré con galletas aún sin explorar en la lata, lo prometo. Quedan aquí mi palabra y mi honor sellados.
Nos vemos en la página siguiente.
Comments (3)
Reseña: Lunámbula – YoCuento
noviembre 21, 2017 at 6:02 am[…] es mi lectura, aunque es muy probable que no sea la tuya porque no hay dos lecturas iguales, como no hay dos lectores […]
Cuentos como guiños – YoCuento
enero 13, 2018 at 5:22 pm[…] lo dicho anteriormente desemboca en la lectura, en cómo no hay dos lectores iguales en la forma de leer. Más allá de tener manías lectoras (algunas muy frikis en mi caso) cada persona que lee un […]
La merienda del señor Verde – YoCuento
junio 1, 2020 at 12:19 pm[…] nada son cuentos iguales a este, es la magia de la lectura, puede conectar puntos ocultos. Como el miedo a lo desconocido está presente en todos los Prodigios, así la valentía a nuevas oportunidades está escondida […]