Airada por las esquinas
desolada, Cervantina,
agitaba en su mano la pluma.
Así no se puede escribir.
¿Qué te pasa, chiquilla?
Ni te imaginas, una desdicha.
Esta pluma no funciona
escribe las palabras que quiere
no atiende ni obedece.
Si yo digo recta
ella escribe esquina.
Yo digo azalea
ella escribe margarita.
Yo digo fuego
ella escribe ceniza.
Intento engañarla, que no tenga salida
cojo la pluma y escribo deprisa:
¡Letra!
¡Ha puesto cifra!