Ni triste ni alegre,
ni mucho ni poco, ni débil ni fuerte, ni cuerdo ni loco para quien me quiere, para quien no me quiere.Ni todo lo contrario, Pedro Guerra
Los niños están hechos, por naturaleza, de una curiosidad profunda. Desde una edad bien temprana utilizan la observación, el juego, la dualidad y el reto como herramientas que les permiten llegar o traspasar sus propios límites. Y ahí estamos nosotros, los adultos, intentando entender cómo comprendíamos nosotros el mundo hasta hace, en realidad, no tanto. En esas nos enredamos demasiado sin saber si «vamos o venimos», en comprender si algo está bien o mal, cuál es el punto adecuado entre el corregirlo todo y corregir absolutamente nada.
A decir verdad yo venía a esta página para recomendarte una lectura extraordinaria, pero sé que la lectura irá desgajándose, como hace siempre, y acabaremos hablando de cosas accesorias. Da lo mismo puesto que lo importante se colocará en el centro de todo este terremoto de palabras. Empezaré por contarte que hace unos días pude leer Petit, el monstruo, de Isol, publicado por Takatuka. Una historia habla de ti, de mí y de cualquiera que lo abra. Una historia que se cuenta por colores, sin explicación ni conclusión, escrita para divertir y tal vez reconocerse en sus formas.
Si tú también piensas que ni bueno ni malo ni todo lo contrario: ¡Bienvenido a Petit, el monstruo!, una lectura en naranja y verde sobre la personalidad.
Esta es la historia de Petit, un pequeño lobo digooo… un pequeño niño; y eso es todo. A partir de aquí comienza su día a día. A veces parece que su comportamiento es bueno y otras parece que no puede evitar ser malvado, a veces hace cosas mal y otras veces hace cosas geniales, se sorprende y no se comprende, hay habilidades que no se le dan bien y sin embargo hay habilidades en las que es un auténtico mago. Es un niño bueno pero también es un niño malo. ¿Qué le pasa a Petit? ¿Por qué es tan cambiante? ¿Por qué no siempre es bueno?
Como ves, la lectura de hoy es bastante sencilla-complicadísima, Petit es un niño pero (perfectamente) podría ser un adolescente, joven, adulto, anciano… da igual el momento, la dualidad que siente Petit sobre sí mismo la compartimos todos. Esta obra destaca por su enfoque único y profundamente reflexivo sobre la dualidad del comportamiento humano, vista a través de los ojos de un niño.
Isol utiliza un lenguaje simple pero evocador que resuena en cualquier lector, capturando perfectamente la esencia de las emociones y pensamientos de un niño. Las ilustraciones son igualmente significativas, con trazos que combinan ternura y expresión traviesa, añadiendo profundidad al texto y ayudando a visualizar los sentimientos y dilemas de Petit.
Lo que me gusta de esta lectura es su capacidad inmediata para abordar la infancia sin «moralinas», la identidad y la aceptación de uno mismo de una manera divertida y comprensible para todos. El libro invita a los lectores a aceptar la idea de que todos tenemos diferentes facetas y que la imperfección es un punto de vista, un rasgo más de nuestro ser persona.
La narrativa de este álbum es perfecta, usando cada elemento visual como un refuerzo al texto que no explica sino que acompaña. La elección de colores, nada casual, conduce de forma inconsciente hacia un objetivo clave: lo secundario es tan necesario y tan atrevido como lo primario.
Isol utiliza el amarillo para dar vida a Petit, del que salen (sobre todo) dos colores secundarios, naranja y verde, para representar sus dos personalidades; no son opuestas, conviven casi casi juntas, se mezclan y van cruzándose según la situación que viva su protagonista. Y todo este juego de color, en realidad, no es arbitrario, tanto el naranja como el verde tienen en común el color amarillo. Este detalle subraya la idea de que, independientemente de sus acciones, Petit sigue siendo esencialmente el mismo niño.
Los colores no solo distinguen entre las acciones buenas y malas, sino que también nos ofrecen una percepción diferente de cómo estas acciones forman parte de una misma identidad. La integración del amarillo en ambos colores secundarios sugiere que las cualidades buenas y malas coexisten en todos nosotros, enfatizando la complejidad de la naturaleza humana.
Por estos mil motivos y alguno más en el que no he caído Petit, el monstruo me chifla tanto, son detalles del trazo, del color, del texto… está construido desde el conocimiento despreocupado de la infancia. Nada de dramas, aquí se viene a jugar. Esto es gracias a su autora, una maestra de la Literatura Infantil con sello único y una habilidad para abordar temas complejos de la forma más creativa.
Isol, reconocida con el Astrid Lindgren Memorial Award en 2013, nos regala en cada álbum un enfoque innovador y enorme capacidad para conectar con la mente y el corazón de los niños. Las ilustraciones de Isol son fácilmente reconocibles: colores vibrantes, líneas expresivas para dar vida a sus personajes que crean mundos maravillosos.
Sabes que eres Petit cuando intentas hacer un favor pero no sale como esperabas, cuando te desesperas porque no se te da bien algo que quieres hacer, cuando haces de rabiar a tu mejor amiga o amigo gastándole una broma, cuando pides perdón si a esa persona no le ha parecido tan graciosa, cuando no puedes remediar vivir de forma intensa y que a veces salga regular y, sin embargo, volver a intentarlo porque cuando sale bien… ¡sale muy bien!
Espero haberte picado la curiosidad y que vayas uno de estos días de verano a tu librería favorita a pedirlo o, si prefieres echarle un vistazo antes, puedas encontrarlo en tu biblioteca pública. Es un álbum que invita a cualquier lector a comprender y aceptar sus propias dualidades, como suele pasar, puede que le guste a toda la familia o puede que no pero eso solo podrás comprobarlo si lo lees. Mi consejo es que te dejes llevar y te hagas con él, merece la pena y más en verano que necesitamos que el momento de la lectura sea realmente divertido, como un buen vaso de limonada fresquita.
Feliz lectura, nos vemos en la página siguiente.