Estando totalmente de acuerdo con el filósofo, una biblioteca solo puede mejorar si tiene un jardín, por pequeño que sea. Son espacios frescos, tranquilos pero llenos de posibilidades, espacios que te conectan con la naturaleza y contigo mismo. Y si bueno es que tu lectura tenga de fondo un rincón lleno de verde vida, no lo es menos tener una biblioteca llena de colecciones de libros, tratados, manuales, láminas, revistas… que muestran y enseñan todo lo inimaginable que hay documentado sobre ese mundo tan maravilloso de las plantas. Imagina una biblioteca que reúna las dos condiciones, aquella de Cicerón como secreto de la felicidad y la que yo te he descrito. ¿Y si te digo que esa biblioteca existe? No lo imagines, entra en el espectacular mundo de la Biblioteca del Real Jardín Botánico.