Cada estación es una lección magistral de cómo los colores pueden dialogar entre sí. En otoño les toca el turno (especialmente) a naranjas, ocres, amarillos, verdes apagados y rojos intensos; resurgen y conviven en equilibrio. En las páginas de un buen álbum ilustrado pasa exactamente lo mismo. La ciencia del color nos recuerda que no existen tonos aislados: todo depende de la combinación, del contraste y de la luz que los envuelve.