La sopa se enfría.
–Te pongo el cuenco de gorro
si no te la tomas deprisa.
¿Y si no exagera ni un poco?
¿Y si no es una pequeña mentira?
Sumerjo la cuchara y soplo…
ese gorro qué bien me quedaría.
Ya no quema doy un sorbo…
parecería una seta china.
¿Y si no me la tomo…?
A lo mejor sí, a lo mejor lo haría.
Seis, siete, ocho…
al nueve el cuenco me lo quita,
miro a la abuela de reojo
¡Nada! Tiene paciencia infinita.
B. ALARTE