Nunca vivimos; siempre estamos en la expectativa de vivir.
Hace no tanto tiempo los oficios se heredaban, pasaban de generación en generación dando lugar a largas sagas de barberos, por ejemplo, fotógrafos, abogados, ceramistas… y la lista podría ser tan extensa como aburrida. Antiguamente, las expectativas laborales que recaían en los hijos tocaban todos los oficios, pero algunas veces estos se resisten a la (auto-)imposición.