Quiero compartir contigo unas líneas que me rondan la cabeza cada 2 de abril, «Día Internacional del Libro Infantil» pero que muchas veces veo unido a «y Juvenil». En realidad, su denominación es: «International Children Book’s Day», aún así cada año, metemos en una misma cápsula cerrada todos esos términos: pequeños, peques, infantil, adolescentes, jóvenes, etc. Cada año, mezclamos lo infantil con lo juvenil y cada año tengo el mismo pensamiento… ¡pero si no son lo mismo!
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Vuelve a ser 21 de marzo, el calendario vuelve a extendernos su primaveral alfombra de flores, emociones, alguna que otra alergia y de los versos nuevos que se pueden llegar a escribir. Sí, esto suena muy bonito aunque no demasiado práctico, ¿verdad? La poesía cuenta con la capacidad para conmovernos, inspirarnos y transformar nuestra percepción del mundo, y cada ser humano nace con la capacidad de conmoverse, inspirarse y transformarse. ¿Todos nacemos con esas capacidades? Sí. Sin excepción.
En un mundo donde la información corre como si fuese un torrente inagotable, saber nadar y sumergirse en las noticias diarias se ha convertido en parte esencial de nuestra rutina. Sin embargo, la verdadera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cuánto de esta información es realmente necesaria y fiable?vSi sigues leyendo vas a encontrar una historia preciosa y, a la vez, un cruce de caminos en el que es crucial que sepamos distinguir lo veraz de lo ficticio, lo sólido y lo efímero.
En el abrumador reino de Maurice Sendak, la aparente simplicidad de sus relatos se convierte en la puerta hacia la complejidad de la experiencia humana. En particular, el álbum del que quiero hablarte, presenta un mundo donde la apatía de un niño se convierte en el catalizador de nuestra conciencia.
Para conocer el valor de la poesía solo hace falta leer un poema. Con un solo poema es suficiente para responderse infinidad de preguntas, hacerse otras tantas nuevas, sentir que siempre hay palabras para tus pensamientos por muy intrincados que sean.
Este pliego de papel inmenso | que grande se presentaba | no sé cómo, parece pequeño. | Yo escribo juntito | ni me equivoco | ni me tuerzo | aun así no puedo terminar mi carta | aquí no cabe todo lo que quiero.
Mientras sirvo la taza de té | el tiempo se gasta | como una pila | como el lapicero | como la tinta del tintero | como tejiendo la lana.
No suelo hacer balances, no suelo hacer propósitos y cuando los hago nunca los cumplo. Será rebeldía inconsciente o sencillamente que el pasar de los días me lleva hacia otros objetivos, otros tiempos y nunca me acuerdo de ponerme excusas. Estas líneas que escribo son mis propósitos para este 2024, así sin orden ni concierto.
Si dedicase un momento a pensar cuál es el primer recuerdo que tengo acerca de la poesía tendría que desistir del intento porque sería incapaz de saber con exactitud, de lo que sí estoy segura totalmente es que ese recuerdo iría unido, como tatuaje, al nombre de Gloria Fuertes.
Es posible que pases por alto una fecha interesante. Tal día como hoy pero de 2014, se estrenaba en España la película Interstellar, de Christopher Nolan. Tanto si te gusta como si la aborreces, la verdad es que es una película que puede dar para largo rato de debates y reflexiones a la vez que puede ser una película que te entretenga, te flipe visualmente y a otra cosa mariposa. Para mí puede tener esas dos vertientes maravillosamente posibles. Y si te estás preguntando qué diantres tiene que ver todo esto con la lectura, pues a ver, la respuesta es: todo.